Gracias a Castelao acrecentamos la información sobre la cantera de Peñamala.
Nuestro colaborador de blog Santiago Castelao nos aporta un recorte publicitario extraído del El Semanario Democrático Independiente “VOZ BERCIANA”. Publicado en Villafranca del Bierzo el domingo 26 de enero de 1913, sobre la cantera de Peñamala , cuando esta era regenteada por la empresa Eggemberger y Compañía, de la cual nuestro otro colaborador, Carlos Fernández , hizo un excelente trabajo , en la colaboración : LA INAUGURACIÓN DE LA CANTERA DE PEÑAMALA.- Carlos 27
LA INAUGURACIÓN DE LA CANTERA DE PEÑAMALA.
El 30 de marzo de 1912, hace 100 años, tuvo lugar la inauguración de la calera de Peñamala (nueva y hermosa fábrica de cal, como se define en la prensa de la época). Acontecimiento de gran relevancia al proporcionar empleo a vecinos de una zona prácticamente carente de cualquier tipo de industria y cuando las explotaciones auríferas del Sil ya habían demostrado su nula rentabilidad; la principal ocupación, exceptuando a los afortunados obreros del ferrocarril, seguía siendo el trabajo en el campo, como jornaleros cuyo único objetivo, en muchos casos, era el de emigrar de estas tierras.
El de 5 junio de 1911, en Bilbao, se había constituido, con una duración de 20 años, la sociedad colectiva Eggemberger y Compañía, cuya gestión y administración estaba a cargo Urbano Eggemberger. El objetivo era la explotación del monte Peñamala, en Paradela del Río, para la extracción y aprovechamiento de piedra caliza, fabricación de cal y venta de piedras y cal en cualquier punto de España.
Como he señalado más arriba, no había transcurrido un año y se ponía por vez primera en marcha el horno “inmenso, soberbio, magnífico, que ha de lanzar al mercado ciento cincuenta toneladas de cal todos los días”, en un acto inaugural en el que estaban presentes tanto los dueños de la empresa como un importante número de invitados, y del que se conserva la narración realizada desde Villafranca por Luis López Reguera en La Luz de Astorga. En la estación de Toral, donde llegan algunos de los invitados, se encuentran los propietarios de esta sociedad suizo-española: el ya citado Urbano Eggemberger, los hermanos Sergio y Emilio Fernández del Castillo, y Agustín Álvarez. Desde Toral se fueron caminando hasta Peñamala, en un paseo que les llevó unos 25 minutos, y a donde llegaron a las 9:45 de la mañana.
En Peñamala esperan los obreros. El lugar se encuentra adornado con las banderas suiza y española y se puede apreciar todo el proceso productivo: voladuras (se realizan dos con dinamita), transporte del mineral en vagonetas y carga del horno. Urbano Eggemberger invita a Balbino Rodríguez, Antonio Iglesias, Enrique Postigo y José Pérez a realizar el primer encendido del horno, que provoca un estallido de júbilo entre los obreros: todas las cabezas se descubren, los obreros no pueden contenerse y un grito estentóreo y un viva formidable al trabajo y al progreso salen de todos los labios; ¡viva España! ¡viva Suiza! Aquello es grandioso y emocionante. Gustavo Luzzatti, ingeniero de la Compañía de Ferrocarriles del Norte, toma unas cuantas fotografías, y también explica cómo funciona el mecanismo instalado en el apartadero de la vía para evitar posibles choques.
La posterior comida tuvo lugar en Toral; un menú, servido por los Sres. Sánchez Regueiro, excelente y sin que faltase detalle alguno. Además de todos los ya señalados con anterioridad, asisten Eduardo Castrodá, José Carnicer, José Pardo Elordi, Rafael Cadórniga, Francisco Sierra, Ismael Pedregal, Francisco Olego, Félix Orejas, Jesús Orejas, Gerardo Gutriena, Albito Digón y Arturo y Agustín, hijos del ya citado Agustín Álvarez, socio de la compañía. Por la tarde, como colofón de la jornada, una nueva visita a la explotación.
Pero la historia de Peñamala no había hecho más que empezar y desde entonces las noticias se han sucedido. Por ejemplo, sabemos que hubo problemas en sus mismos inicios, puesto que en abril de 1913 se celebraba en la Audiencia de Valladolid una vista de apelación referente a la declaración de haber lugar al desahucio de las caleras y cantera de “Peña Mala”, sentencia que había impuesto el juez de primera instancia de Villafranca y cuya ejecución solicitaba Valentín Balboa González como presidente de la junta administrativa de Paradela del Río.
Unos años más tarde, a principios de 1918, ante la escasez de abonos en Galicia, Urbano Eggemberger es recibido en Madrid por el ministro de Fomento. Como representante de Sindicatos Agrícolas, Cámaras de Comercio, Sociedades patronales y de obreros de Coruña, Santiago, Pontevedra, Vigo, Orense, Ribadavia, etc., solicita que se fije un número suficiente de vagones para transporte de cal desde Toral de los Vados, cuyo destino sería el abonado de campos. A su vez, promete rebajar en 10 pesetas la tonelada de cal, beneficiando de este modo la agricultura gallega, al ser este producto el único abono al alcance de los labradores.
Dos simples notas de una historia que abarca ya un siglo en el que se acumulan datos referentes a la producción, a la superficie de explotación, al polvorín, a los obreros y, por supuesto, a los propietarios. Demasiado para ser contado en esta colaboración con la que pretendíamos tan solo recordar un aniversario.
En 1912 Peñamala, localizada en terrenos de Paradela, pertenecía al término municipal de Corullón. Pero desde la construcción de la vía férrea en 1883, la forma más rápida y fácil de acceso se realizaba desde Toral de los Vados. El vínculo establecido entre la empresa y esta población se puso de manifiesto desde el citado día inaugural, y a partir de entonces será habitual incluso en la propaganda de sus productos (el anuncio es de 1913), haciéndose realidad en el ámbito administrativo en 1985 con la incorporación de “las Paradelas” al entonces municipio de Villadecanes-Toral de los Vados.
Carlos Fernández Rodríguez
León, Marzo de 2012
Fotos más “recientes” de Peñamala
