Huerto-flor
En la parte más inclinada del paraje denominado los Hortos (podríamos apodarlo Hortoflor, aunque no quedaría demasiado bien…) pegado al camino de Santa Eulalia se encueta el huerto-flor más bonito de Toral, gracias a las manos, y como no a las muchas horas de dedicación de Susana, Juan y Elena. Encuadraba acertadamente Toñin, yo quiero extenderme un poco.
Efectivamente, se trata de la huerta de mi familia materna desde hace más de 100 años, cuando vivía mi abuelo estaba poblada de lechugas, tomates, cebollas o aquello de lo que fuera el tiempo. Ahora también, pero una buena parte de la era esta cubierta de colores gracias a las dalias, gladiolos, crisantemos, etc. “¡Si mi padre levantara la cabeza!” dice muy a menudo mi tío Enrique cuando pasa por allí, aunque también admite a regañadientes lo bonita que está…
Las responsables de esta particular huerta son mi madre y mi tía Susana, amantes y entendidas de las plantas. Para mucha gente ir a la huerta, es una responsabilidad algo que da trabajo y se hace porque ha de hacerse, por eso muchos no entienden ese trabajo y ese afán de dedicación, pero para ellas ir allí es un placer, les gusta, disfrutan, se relajan…
Durante todo el año trabajan la tierra, puesto que siempre se encuentra alguna piedra, mala hierba, planta mustia, flor seca o cualquier otra cosa que hay que quitar. Hará un año y algo, mi padre empezó a ir a ayudar a mi madre cuando esta no podía sola, le cogió “vicio” y ya no ha dejado de ir y ha aportado su grano de arena perfeccionista organizando, dividiendo y mejorando todo lo que ha podido.
Desde fuera se ven un montón de flores de colores en casi cualquier época del año, desde dentro os puedo decir que tienen aproximadamente 30 especies de gladiolos, unas 1800 plantas, 200 de dalias que hacen unas 500 matas. Estos dos últimos son los reyes de la fiesta, aunque hay un montón de pequeños tesoros tales como cinias, margaritas, coronarias, iris, tulipanes, narcisos, lilas, lirios, ipomeas, pendientes de la reina, orejas de elefante, solanos, cannas, cyperus, incluso un cardo de lo más peculiar que se llena de bolitas azules.
En reunir tal número de plantas han tardado años y pasado grandes búsquedas, también han aprendido mucho y se han sorprendido. Incluso algunas de las dalias que tienen son de cosecha propia, puesto que ellas mismas las han cruzado para conseguir flores únicas de las que lógicamente se sienten de lo más orgullosas.
Puede parecer un hobby de lo más sencillo, pero como ya dije esconde un duro trabajo, sobre todo de febrero a mayo para tener todo a punto para la época de mayor esplendor que podríamos encuadrarla desde abril a octubre cuando sinceramente el Huerto-flor luce impresionante lleno de una gran gama de colores y cuando hay zonas en las que realmente no se llega a ver ni el suelo de frondoso que está todo. Pero también hay que decir que se ha invertido una gran cantidad de tiempo, agujetas, manos sucias y dinero tanto en pedidos de plantas especiales, semillas o simplemente mecanismos para algo tan sencillo como regarlas. No es algo sencillo de mantener cuando se quiere que luzca como luce.
Lidia Muriente
