En el tomo III del Anuario Bailly-Bayllière y en su página novecientos ocho se puede leer:” Toral de los Vados es un lugar de la provincia de León. Mil cuarenta habitantes. Desde Toral hay carretera a Villafranca del Bierzo, Cacabelos y Vega de Espinareda”.
La carretera de Toral a Vega de Espinareda -.explico- por Cacabelos no muere en Vega de Espinareda, entre otras cosas, porque las carreteras no mueren sino que terminan y esta carretera a la que me refiero, acaba en Santalla de Oscos, en Asturias y por ello, en algunos documentos oficiales se cita así: “Carretera de Toral de los Vados a Santalla de Oscos, Comarcal 120”.
“Toral -seguimos leyendo- es residencia del Ayuntamiento y una línea férrea une a este pueblo con Villafranca del Bierzo que es Partido Judicial”
Sin embargo en el Anuario de 1936 aparece Toral de los Vados como parte de Villadecanes, cuyas fiestas, las de Villadecanes se celebraban el 29 de Junio y el primer domingo de septiembre. Ferias, los días 2 y 17 de cada mes y mercados, los miércoles y viernes. Tenía un cine: Canal; la electricidad la suministraba Electrificación del Bierzo y los cosecheros de vinos eran Ángel Álvarez, Calixto Faba, Ángel Fernández, Gregorio Guerrero y Cesáreo Potes..
En su momento, también, Pascual Madoz y en el célebre Diccionario que lleva su nombre, escribió:
“Toral de los Vados pertenece a la diócesis de Astorga y al ayuntamiento de Villadecanes. Está a orillas del río Valcárce -el Burbia- y tiene un clima templado. Las enfermedades más comunes son las fiebres gástricas y las tercianas o calenturas que se repiten cada tres días y reciben el nombre de cefaleas”.
Toral tiene 90 casas, Escuela de Primeras Letras, dotada con trescientos reales -75 pesetas o sea, poco más de cincuenta céntimos de euro-; Iglesia Parroquial dedicada a San Cristóbal y servida por un cura autorizado por el marqués de Ferreras; cuatro fuentes de buenas aguas. Limita con Otero, Villadecanes y Paradela del Río. Es terreno, el suyo, de buena calidad y lo fertilizan los ríos Cúa y Valcárce. En su tierra crecen robles, encinas y castaños, matorral bajo y pradería artificial. Los caminos que nacen aquí se dirigen a Valdeorras y Villafranca en cuyo punto recibe la correspondencia. Produce centeno, trigo, cebada, lino, patatas, castañas, vino, legumbres y cría ganado vacuno y lanar. Hay caza menor: perdices y codornices y, en pesca, truchas, anguilas y otros peces. Existe en su término cuatro molinos harineros, algunos telares de lienzo del país. Tiene 77 vecinos y 362 almas”.
Es curioso y lo relato aquí, el documento firmado por el párroco don Miguel Arias en 1624 y en el que cita los niños bautizados ese año:
Inés Gómez Hija de Blas y de Antonia
Juan Fernández Hijo de Pedro y de Lucía López
Inés González Hija de Francisco y de María López
Antonio Sánchez Hijo de Francisco y Catalina Valcárce
Cristóbal Teijelo Hijo de Pedro y Elena Fernández
Luís Fernández Hija de Juan y de Antonia Broco
Jacinta María Alonso Hija de Matías y Ángeles Gago
Antonio Fernández Hija de Pedro y Dominga Fernández
Antonia Fernández Hija de Toribio y Catalina Gómez
Antonio y María Corredera Hijos de Fabián y Magdalena Castiñeiras
Inés Fernández Hija de Lorenzo y Antonia López
Antonia Beltrán Hija de Pedro y María Fonso
Antonio Fernández Hijo de Antonio y Catalina Arias
Cristóbal López Hijo de Sebastián y Bernarda Núñez
Bernarda Valboa Hija de Juan y María Vázquez
Mª Antonia Álvarez Hija de Tomé y Lucía Fernández
Antonio López Hijo de Santiago y María Teijelo
Domingo Fernández Hijo de Pedro y María López
De todos estos datos, como curiosidad, deducimos que el nombre más habitual en aquellos años era el de Antonio/Antonia, Catalina e Inés y como apellidos también habituales y que aún perduran Corredera, Teijelo, Gago Castiñeiras y Broco.
