MEMORIA DE TORAL
GIBRALTAR, GIBRALTAR
La Fuente Fría es una calle ,trasversal Ferradal, que, hoy, recibe el nombre de “17 de Noviembre”, pero que, antes, se llamaba así. Se llamaba Ferradal, porque había cinco fuentes ferruginosas -de ahí procede la palabra Ferradal- que manaban de hontanares aledaños a ella.
Yo recuerdo, únicamente, cuatro. Es posible que fueran cinco. No lo sé.
Una de estas fuentes estaba frente a la tienda de Leopoldo, local que, mucho antes, había sido taberna regentada por “Berberecho”, uno de los hermanos de Antonia, la de Graciano.
“Berberecho” emigró a una de las islas caribeñas y no regresó. Los hijos de “Berberecho”, creo, hoy, son dueños de uno o de varios hoteles en Madrid o, eso, al menos, me han dicho.
Otra de las fuentes estaba entre la casa de Vila y la de Eusebia, pero era un sencillo hilo de agua al que apenas prestábamos atención.
La tercera de las fuentes estaba situada en un huerto, enfrente a la escuela y manaba cristalina, pero tampoco hacíamos caso de ella, aunque servía para regar un pequeño huertecillo. Y la cuarta, adonde bajaban los vecinos a recoger agua nacía frente a la casa de Donina y de Juan Manuel.
La quinta fuente no sé en qué lugar de la calle podía estar situada, así que dejo abierta la pregunta para que los historiadores la respondan y la ubiquen.
Los alumnos de don Paco bajábamos a beber a la fuente que manaba -iba diciendo- frente a la casa de Leopoldo que, con el tiempo, recibió el nombre de “Centro Gallego”, después de habernos desfogado jugando a “manro”, a “a la una anda la mula y a las dos el reloj” o a “luz”, en la era en donde hoy se levanta la panadería.
En los años cincuenta -finales de los cuarenta- aquel lugar servía, únicamente para que los alumnos de la escuela jugásemos en los recreos y, cuando la sirena de Cosmos sonaba, nos recogíamos en tropel, aunque hubo ocasión en la que no fue así porque estábamos obligados a entrar a la escuela en dos filas bien ordenadas. Eso ocurrió tras la visita de un Inspector de Enseñanza Media que llegó a la escuela en el tren correo de las once y veinte de la mañana. Era un tipo bajito, con bigotillo fino, a la moda, sobre el labio superior y pelo engominado. Llevaba un traje marrón -lo recuerdo- con rayas, camisa azul, -falangista- corbata negra y zapatos muy bien lustrados. Creo recordar que, ya en la escuela, preguntó a algún alumno si podía señalar en el mapa, el lugar en donde estaba el Peñón de Gibraltar y, tras felicitar a don Paco, nos habló patrióticamente de lo que significaba para los españoles aquel enclave en poder de los ingleses. Después, nos dijo que estábamos siendo educados en el amor a la Patria y que, todos los días, al entrar en clase, después del recreo, perfectamente formados, lo hiciéramos cantando “Gibraltar, Gibraltar”, una canción que había nacido en la Casa de Campo cuando se celebraba uno de los primeros cursos para titular Jefes de Campamento del Frente de Juventudes. Fue compuesta o, al menos, enseñada, por Agustín Paino que acudió allí -a la Casa de Campo- provisto de su acordeón para lanzar al aire las notas de esta marcha traída de Rusia.
El primer día -también lo recuerdo- fue un día anárquico. Entrábamos a la escuela en tropel, pero alguien dijo: “Tenemos que hacerlo en fila de a dos.Lo mandó don Paco y cantando “Gibraltar”. Fafa , o sea, Rafael Guibelalde, hermano de Lulo se dio un manotazo en la frente, como el niño que había olvidado los donuts y dijo: “Es ver..dura”. Él mismo organizó las filas y entramos cantando el himno que decía:”Gibraltar, Gibraltar, avanzada de nuestra nación. A mi Patria te robaron, tierra hispana del peñón y tus rocas son holladas por el asta de un extraño pabellón. Pero suenan los clarines y se escucha ya el redoble del tambor y por todos los confines se oye el grito de que seas español”.
Ahí terminaba nuestro cántico, ya en los pupitres. Sin embargo la letra tenía más estrofas y decía: “Adelante, por España, que si en Rusia ya triunfó mi división, no es bastante nuestra hazaña si es inglesa la bandera del Peñón. A la lid y con valor empuñemos de nuevo el fusil. A luchar, con valor que en tus rocas sabremos morir. Las escuadras falangistas de mi heroica División lucharán porque tu existas al amparo de mi santo pabellón. Si en trincheras comunistas la bandera roja y negra yo planté, aunque muera en tu conquista en tus rocas mi estandarte clavaré. Adelante, por España que si en Rusia ya triunfó mi División, no es bastante nuestra hazaña si es inglesa la bandera del peñón.
Pero Gibraltar no fue conquistado, sin embargo, España, por aquellos años, derrotó a la “pérfida Albión” en Maracaná por un gol a cero obra de Telmo Zarra.
Esa fue nuestra patriótica venganza.
