Por los veinte años en los que nos acompañaste, con tu palabra y obra, por los complicados vericuetos de la vida, sembrando el bien a manos llenas.
Por los sacrificios que conlleva el ministerio sacerdotal , para llevar la Palabra de Dios, por caminos abruptos y desafiando las inclemencias del tiempo, a unos cuantos pueblos hasta los confines de la provincia.
Por tu plática elocuente y amena en la iglesia, nunca exenta de buen humor, tratando de inculcar VALORES, como lo haría un buen padre a sus hijos.
Por las charlas, siempre distendidas, sobre cualquier tema, con el punto de ironía y gracia natural con que sabes enfocar las cosas. Por todo ello y mucho más ¡GRACIAS!.
Que en Benavides, la bonita villa del Órbigo, con tu familia, todo te vaya muy bien y que el Señor te colme de salud como nosotros lo deseamos. Siempre te echaremos de menos.
Matilde y Abel.
