Hoy bordeando el río Cúa, nos llevó hasta las minas de oro romanas de Villabuena y a unos supuestos lagos (que deben estar escurridos). Donde lo más destacable es la belleza de los azudes que atraviesan el río, para llegar allí.
De vuelta en el pueblo subimos hasta la impresionante iglesia del siglo XIX de San Justo y visitamos el muy floreado cementerio, en el que reconocimos a través de una foto, a uno de sus moradores.
